"Y todas estas maldiciones caerán sobre ti para aniquilarte, por no haber obedecido la voz del Eterno tu Di-s y no haber cumplido con Sus preceptos que te prescribió" (Devarim 28:45)
Una vez le pregunte a mi rabino porque, de todos mis amigos, solo yo había elegido retornar a la fe de nuestros padres. Mis amigos, casi sin excepción, se habían casado con mujeres gentiles y estaban muy ocupados criando a sus hijos no judíos.
El me respondió con dos palabras hebreas: "zjut avot". El mérito de los ancestros. "Evidentemente, alguien de tu familia debió haber querido mucho la Torá. Alguien, tal vez tu abuelo, o tu abuela, rezó mucho para que sus nietos fueran judíos".
Imagínate que acabas de comprar una heladera. Te la envían en un embalaje de madera. Tú quitas la heladera y arrojas a la basura la madera. Ahora imagínate que estás con la misma heladera en un barco que se hunde. Tu tomas la madera y arrojas la heladera.
Cuando la mayor parte del mundo judío andaba a la busca de una heladera nueva, alguien de mis ancestros se aferró a la madera, para no morir.
"Es un árbol de vida para los que se aferran a ella, y alabados son los que la sostienen". Esta frase de Mishlei (Libro de Proverbios) es repetida cada vez que colocamos el rollo de la Torá en el Arca Sagrada. Tal vez la digamos para acordarnos de lo que la Torá significa verdaderamente para el Pueblo Judío. Es nuestro bote de madera en un mar tormentoso. No es tanto que los judíos mantuvimos la Torá, como que la Torá nos mantuvo a nosotros.
En su descripción del Arca Sagrada que albergaba a los Diez Mandamientos, la Torá nos dice que las estacas con que se la transportaba nunca debían separarse de la propia Arca: "Las estacas permanecerán en los aros del Arca; y no serán quitadas de ella" (Seno 25:15).
Estas estacas representan a los que le ofrecen sostén financiero a la Torá. Así como las estacas del Arca no pueden ser quitadas, los que sustentan la Torá y todos sus benefactores son inseparables de los que estudian la Torá. Sin embargo, en realidad, el Arca en ningún momento necesitó las estacas, pues no solo que cargaba con su propio peso, sino que hasta elevaba a los que la "transportaban".
Cuando se caso Rabí Eliezer Gordon, fundador de la Telshe Yeshiva, su suegro, Rabí Abraham Yitzjak Neviezer, quiso proveerle el sustento para que pudiese dedicarse al estudio y transformarse así en un gran erudito de la Torá.
Con el crecimiento de su familia, Rabí Gordon se empezó a sentir muy incomodo porque pensaba que le resultaba una gran carga a su suegro, y muchas veces le pidió a Rabí Abraham que le permitiese aceptar uno de los muchos cargos rabínicos que se le ofrecían. A pesar de las dificultades financieras, Rabí Abraham se negó a que aceptara la propuesta, e insistió en que continuara estudiando.
La mujer de Rabí Abraham le preguntó a su marido cuánto tiempo pensaba seguir manteniendo a su hija y su yerno. Él le respondió: "Querida, uno nunca sabe quién mantiene a quien...".
Cuando, por fin, le ofrecieron a Rabí Gordon el rabinato de Eisheshok, su suegro sintió que no podía negarle que aceptara tan importante puesto. El día después de que la familia Gordon partió con destino a Eisheshok, falleció Rabí Abraham Yitzjak.
Entonces quedó en claro quién había mantenido a quien.
El Arca transporta a los que la "transportan".
"Es un árbol de vida para los que se aferran a ella, y alabados son los que la sostienen". Los que sustentan la Torá ciertamente han de ser alabados, y se sienten felices de mantenerla, pero para que la Torá sea un árbol de vida que nos sustente a nosotros y a nuestros descendientes, la Torá debe ser para nosotros como un árbol de vida. Debemos aferrarnos a ella como el naufrago al pedazo de madera.
El mes de Elul es una época en la que nos dedicamos en forma especial a la Torá y a sus valores. Debemos aferrarnos a ella para no morir. Porque ella es nuestro único bote salvavidas.
(Rabi Zev Leff en Shiurei Bina, Rabi Moshe Newman)
Fuente mesilot.org
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