viernes, 18 de diciembre de 2015

Maor Hashabat: La humildad, fuente de Sabiduría

Shemen Zayt Zaj Katit Lamaor
Aceite de oliva puro, aplastado para la iluminación…

La historia que relataremos, fue contada por Rab Toisig.
Es posible que ustedes piensen que es una narración imaginaria, incluso, muchos se sonreirán y dirán que se trata de una fantasía, pero conocemos la fuente, y garantizamos su credibilidad.

En Yerushalaim vivía un Yehudi que falleció hace 18 años. Un Yehudi merecedor de todo título honorífico que queramos darle. Su nombre era Rab Mendel Geftner, poseedor de grandes cualidades, cuya capacidad de hacer favores no tenía límites. Lo podemos admirar, y tomar ejemplo de él por sus conmovedoras Tefilot, y sobre todo por su entrega a la Torá.

Vivía en Meha Shearim, y cuando caminaba por la calle y pasaba a su lado un niño, no esperaba a que este lo saludara, sino que se adelantaba a hacerlo él mismo diciéndole:
-Buen día, dulce niño!

Cuando él saludaba: -Gut Shabes!, no decía ´Gut Shabes´ nada más. Decía: -Como estas?, Está todo bien en casa?

Rab Mendel Geftner iba todos los días a hacer Tefila al Shtiblaj (lugar de oración, donde hay quórum para rezar muchas veces en el día) de Meha Shearim. Un día pasó a su lado un Yehudi a quien nunca había visto en su vida, y al pasar junto a él, como era su costumbre, con su cara iluminada por una franca sonrisa lo saludó: -Buen día, apreciado Yehudi!!

El Yehudi, que caminaba cabizbajo, absorto en sus pensamientos, se sobresaltó y se quedó pensativo diciéndose a sí mismo: -Quien sabe es mi tío y no lo conozco, a lo mejor es pariente mío y no estoy enterado.
-Buen día, le respondió desganadamente y siguió caminando.

También Rab Mendel siguió caminando y entró al Shtiblaj, se vistió su Talit, su Tefilim, y comenzó su Tefilá con gran emoción y sentimiento. En medio de la Tefilá, observó que el Yehudi que había saludado hacía unos momentos daba vueltas a su alrededor.

Pasó un minuto… pasaron dos… como no podía interrumpir la Tefilá, le hizo una seña preguntándole si lo necesitaba.
-Si, le contestó. Rab Mendel le indicó con otra seña que lo esperara. Terminó su Tefilá, se saco el Tefilim, y se acercó al hombre.
-Si, estimado Yehudi, en qué te puedo ayudar?

Sin poder contenerse más, el hombre estalló en llanto: Rab Mendel, debes saberlo: mi vida no es vida! Los sufrimientos materiales y espirituales son insoportables! Sustento no hay… en casa hay paquetes y paquetes de sufrimiento ¡Que Hashem los cuide!

Debes saber, Rab Mendel, continuó este pobre hombre, que ya dejé una nota en mi casa en la que pedía que nadie se sorprenda por el paso que di, y estaba en camino al edificio del ministerio de educación, para terminar con mi vida (Quien visite Ierushalaim, podrá observar que al final del barrio de Meha Shearim, en la calle Shibte Israel, hay un edificio enorme que pertenece al ministerio de educación. Un edificio muy alto…).

Ya no puedo más!!...

Pero pasé por aquí, y tú me saludaste: Buen día, apreciado Yehudi!
Seguí mi camino, y luego de unos pasos comencé a pensar. No sabía quien eras, pero pregunté y me dijeron que eras Rab Mendel Geftner. Hasta ese momento yo sentía que no había nadie en este mundo a quien le importara algo de mí, y un anciano Yehudi, que ni siquiera me conoce, me dijo con una sonrisa desde el corazón: ´buenos días, apreciado Yehudi´.

Llegué hasta el edificio, me detuve allí, y me dije: ¡Un momento! Dejé una nota en mi casa diciendo que a nadie en el mundo le importaba de mí, y no es cierto. Hay una persona que no te conoce, y que te saludó con tanto interés. ¡Entonces sí hay alguien a quien le importa de ti!

Debes saberlo: en ese momento decidí volver hacia atrás en el paso que iba a dar, y venir hasta aquí para decirte que "Quien salva una vida, salva al mundo entero"

Rab Mendel, conmovido por la historia, encargó a sus allegados que se ocuparan de solucionar las urgencias relativas al sustento de esta familia, se interiorizaran de sus problemas y los asistieran en lo que fuera necesario.

En la actualidad este Yehudi, vive rodeado por muchos hijos, los cuales le han dado muchos nietos, algunos de los cuales ya están en edad de casarse… gracias a solo dos palabras: buenos días.
Nos cuenta la Perasha, que Hashem le indicó a Moshe que ordene a Israel que tomen, para el encendido de la Menora, aceite de oliva puro, que esté bien aplastado.

A partir de esto nos enseñan los Jajamim, que para que la persona pueda acceder al estudio de la Torá y tener el mérito de alumbrar con su luz, una luz clara y limpia, tiene que ´aplastarse´ (llenarse de humildad) y a través de esto va a ser digno de alumbrar con la luminosidad de la Tora, que fue comparada a la luz, como dice el Pasuk en Mishle: "Ki Ner Mitzva Ve Tora Or" (Mishle 6.23) Porque la vela es la Mitzva y la luz es la Torá.

Una de las motivaciones que nos impulsa a saludar a nuestros compañeros con alegría sincera, esa que sale directamente del corazón y se convierte en una amplia sonrisa, es la posibilidad que tenemos de adquirir la cualidad de humildad, que nos ayuda a amar a nuestros semejantes, a ponernos contentos de verlos, a disfrutar con sus éxitos, con sus logros, y no preocuparnos si nos superan en cualidades, inteligencia o posesiones materiales…

No podemos saber el efecto que producimos en nuestro compañero cuando le regalamos un saludo de todo corazón haciéndole saber que estamos felices con que exista, que nos importa… No podemos imaginarnos cuanto le dimos, pero es seguro que algo le dimos… 

Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable:Eliahu Saiegh 


jueves, 17 de diciembre de 2015

Reflexión díaria

He aprendido que todo en la vida es una oportunidad para revelar la presencia de Di-s, para superar o transformar los obstáculos aparentes que ocultan la verdad de su existencia. 

martes, 8 de diciembre de 2015

Yehudit la heroina

Mientras muchisimas personas conocen de las princesas de Disney, aquellas que esperan que un principe las rescate o salve, lo cual es totalmente diferente desde la perspectiva Judia o de las heroinas  biblicas que vemos en la Toraj, solo algunos conocen de Judith: la viuda de la tribu de Shimeón, de la zona de Betulia. Mujer que confiaba en el Eterno, y con decisión y entereza venció al general Holofernes, provocando así la victoria de los judíos que habían sido conquistados.
En La historia de Januca podemos encontrarla tal ‘princesa’ y es el ejemplo perfecto. Hay una tradicion o halaja judía que dice que después de haber encendido la janukiá, las mujeres tienen prohibido realizar cualquier tipo de trabajo durante 30 minutos. Ellas deben disfrutar del brillo de las luces. ¿Por qué? Porque fue precisamente una mujer judía la que salvó el día, ella produjo un vuelco en la guerra contra los greco-sirios, resultando en una victoria para el pueblo judío. Estas son las cosas que  poco se cuentan o enseñan en la escuela judía. La heroina o princesa  era Yehudit, o Judit. Ella era una joven viuda, la hija de Yojanán, el Sumo Sacerdote. Su ciudad estaba sitiada por el general greco-sirio Holofernes. Estaban matando a todo los pobladores judíos de hambre y los hombres estaban a punto de rendirse. Ella intentó detenerlos, diciéndoles que no se dieran por vencidos, que eran el pueblo de Dios y que debían tener fe. Y eso no fue todo lo que ella hizo. Se escabulló a través de las paredes de la ciudad con una canasta de queso de cabra salado y vino, cubierta con un paño. Se acercó al campamento del enemigo y, utilizando sus “estrategias femeninas”, entró a la mismísima tienda privada del general. Ella le ofreció el queso hecho en casa, el comió enérgicamente y se tomó todo el vino.
Yehudit esperó, y cuando el general ya estaba borracho, ella le arrebató su espada y le cortó la cabeza. Puso la sangrienta cabeza en su canasta, la cubrió con el paño y calmadamente salió de la tienda. Al regresar a la ciudad, ella les mostró a los hombres la cabeza del general. Impactados, la exhibieron en la plaza de la ciudad para que todos la vieran. Después de superar la vergüenza (ya que esta joven viuda había actuado con valentía mientras ellos estaban listos para rendirse), los hombres fueron impulsados a la acción. Yehudit les dijo que ahora era el momento de actuar, pues cuando los soldados griegos descubrieran el cuerpo decapitado de su general, su espíritu seguramente decaería. Los hombres judíos atacaron, y vencieron. La noticia se expandió por todo Israel, y el pueblo judío recibió inspiración para levantarse y pelear. Tomó tiempo, pero la victoria eventualmente fue nuestra, todo gracias a una joven mujer judía que nunca escuchó la canción “Algún día mi príncipe vendrá”, como Blanca Nieves. En vez de esperar a su príncipe ella miró a su Rey, el Todopoderoso, luego, ella se levantó y se hizo cargo del asunto.
Otro aspecto de Januca que por lo general pasamos por alto es que la JANUKIA, el candelabro de ocho brazos, no sólo se debe encender en las instituciones judías sino en los hogares judíos. Así es: la Janukiá que todos tenemos en casa de adorno tiene también otra utilidad durante ocho días al año! Nuestras casas, y no sólo nuestras comunidades, tienen que vivir los ochos días de Januca.  Feliz Januca!!


lunes, 7 de diciembre de 2015

Janucá





La Mujer está exenta de ciertas Mitzvot

De las 613 mitzvot de la Torá, la mujer está exenta sólo de siete que todo hombre debe cumplir. (Hay otros mandamientos que sólo son par...